A veces está bien salir. Visitar otros mundos, otras ciudades. Dejarte guiar por las velas a merced del viento y conocer callejones que, aunque conocidos, no te eran familiares.
Lo mejor de salir fuera de tu entorno, de tu hábitat, fuera de tu mundo, es que todo te parece nuevo. No sientes la necesidad de saludar a nadie porque nadie te conoce, no tienes que rendir cuentas al sol, no tienes que esperar a la luna para poder empezar a ser tu mismo. Es una libertad que todo el mundo debería sentir. Es el ser tu mismo, el hacer lo que quieres y el vivir lo que quieres.
Pero, para mi, quizá lo mejor de todo es esa mano de pintura que da a tu vida conocer nuevos sitios. Olvidas tus penas, olvidas a gente, olvidas costumbres, sitios frecuentes y voces arraigadas en lo más profundo de tu cabeza. Pero al final todo vuelve a resurgir a la superficie, los días pasan, y como no, los viajes de vacaciones también, aunque volver con las pilas recargadas siempre fue bueno.
Aun me recuerdo paseando por aquellas calles, "sin dirección a casa, como un completo desconocido... como un trotamundos."
Elessar