Mi barco se movió. Llego a unas playas limpias y heladas, donde el frío hiere mi mejilla día si y día también. No se si es el cambio que necesitaba, pero es un cambio al fin y al cabo.
Gdansk, la puerta del Báltico, la ciudad que vió crecer a Solidarność, Lech Walesa, Farenheit, y otros más, me abre los brazos hoy.
Nuevos amigos, nuevas caras, nuevos chistes, nuevas risas, nuevos amores... nueva vida. Algo que necesitaba, algo que venía pidiendo mi mente y mi corazón desde hace mucho tiempo.
Un año aquí quizá me acabe cansando, y mi barco, hoy reluciente, pierda ese brillo en cubierta cuando la nieve haga acto de presencia. Pero la vuelta a casa se planea para largo... el sol, tendrá que esperar.