Me veis por la calle, sonreír y reírme de vuestras gracias, me veis jugar como cualquier día, y ser el chico simpático que siempre fui. Me vies andar, despreocupado, sin que al parecer nada molestase a mi mente. Me veis sonreir, silbar, reir... Pero creéis, que por muy alegre que parezca, mi alma esta igual, sonriendo y jugando todo el día, cuando en realidad esta ajada y medio rota… ¿y vosotros decís que me conocéis? No sabéis ni la mitad de lo que soy.
Decís que me conocéis, solo porque intuís por lo que estoy pasando. Decís que sabéis lo que es la soledad, solamente porque un día leísteis lo que Gabriel García Márquez os contaba de ella, y porque alguna vez la visteis visitar vuestra ventana. Pero no sabéis lo que es dormir cada día a su lado, y despertar con el agrio sabor de sus labios en vuestra boca; no sabéis lo amargo que es su cuerpo, y sentirla respirar en tu nuca cada noche al dormir en su alcoba...
Decís también que me conocéis, porque os acercáis a adivinar la melancolía que pasa mi cuerpo, y solo porque alguna vez os entristeció un amor pasado, y sentisteis como alguna lagrima brotaba de vuestros ojos. Pero yo lloro en cada momento, y no pasa una noche sin que la Luna vea derramar una lágrima mía. Lloro en silencio, con la única compañía de mi pena. Lloro lagrimas amargas, de las que vosotros jamás visteis salir de vuestros ojos. Lloro lágrimas que harían estremecerse al corazón más fuerte, al alma más inquebrantable, al espíritu más invulnerable… Lloro solo, como sólo lloran los locos y los poetas.
Decís que sabéis lo que es sufrir, ¿de verdad? Vosotros sólo sufrís cuando alguien os golpea, cuando os ocurre alguna desgracia. Pero yo, sufro siempre, tengo una mano apretando mi corazón a cada instante, estrujándome mis pulmones, estrangulándome el cuello. Cada día que vivo en su suplicio, es un dolor ver que el sol entra en mi ventana como cada día, e ilumina mi habitación… vacía y sola.
¿Y decís que sabéis lo que siento? Si cualquiera de vosotros sintiera lo que yo siento, le reventaría el corazón en mil pedazos, y su alma no sería más que fino polvo a merced del viento. Si sufrierais lo que yo… si ni siquiera os pusierais en mi piel por un momento, dejaríais de respirar aire, para absorber en cada bocanada un agrio veneno; sentiríais como vuestro corazón se os saldría a latidos de vuestro propio pecho; notarias como vuestra razón, poco a poco, va perdiendo a cada segundo el conocimiento; y os veríais evocados a un final, melancólico y sangriento.
Si supierais lo que siento, no me contaríais chistes, ni me llevaríais de copas como cada invierno, no me llamaríais por mi nombre, ni me contaríais vuestros insignificantes sufrimientos. Si supierais lo que siento… os mantendríais callados, me responderíais con silencio. Y dejarías que mi mente divagase, que fuera merced del tiempo…
¿Qué por qué me siento así? No sé… será porque la hecho de menos.
Elessar
P.D.: Perdón por la tristeza.